domingo, 9 de marzo de 2008


A la izquierda del roble

No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero el Jardín Botánico es un parque dormido en el que uno puede sentirse árbol o prójimosiempre y cuando se cumpla un requisito previo. Que la ciudad exista tranquilamente lejos.


El secreto es apoyarse digamos en un tronco y oír a través del aire que admite ruidos muertoscomo en Millán y Reyes galopan los tranvías.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero el Jardín Botánico siempre ha tenidouna agradable propensión a los sueños,a que los insectos suban por las piernasy la melancolía baje por los brazoshasta que uno cierra los puños y la atrapa.


Después de todo el secreto es mirar hacia arribay ver cómo las nubes se disputan las copasy ver cómo los nidos se disputan los pájaros.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedesah pero las parejas que huyen al Botánicoya desciendan de un taxi o bajen de una nubehablan por lo común de temas importantesy se miran fanáticamente a los ojoscomo si el amor fuera un brevísimo túnely ellos se contemplaran por dentro de ese amor.


Aquellos dos por ejemplo a la izquierda del roble(también podría llamarlo almendro o araucariagracias a mis lagunas sobre Pan y Linneo)hablan y por lo visto las palabrasse quedan conmovidas a mirarlosya que a mí no me llegan ni siquiera los ecos.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero es lindísimo imaginar qué dicensobre todo si él muerde una ramitay ella deja un zapato sobre el céspedsobre todo si él tiene los huesos tristes y ella quiere sonreír pero no puede.


Para mí que el muchacho está diciendolo que se dice a veces en el Jardín Botánico.


Ayer llegó el otoñoel sol de otoñoy me sentí felizcomo hace muchoqué linda estáste quieroen mi sueñode nochese escuchan las bocinasel viento sobre el mary sin embargo aquellotambién es el silenciomírame asíte quieroyo trabajo con ganashago númerosfichasdiscuto con cretinosme distraigo y blasfemodame tu manoahoraya lo sabéste quieropienso a veces en Diosbueno no tantas vecesno me gusta robarsu tiempoy además está lejosvos estás a mi ladoahora mismo estoy tristeestoy triste y te quieroya pasarán las horasla calle como un ríolos árboles que ayudanel cielolos amigosy qué suertete quierohace mucho era niñohace mucho y qué importael azar era simplecomo entrar en tus ojosdejame entrarte quieromenos mal que te quiero.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero puede ocurrir que de pronto uno adviertaque en realidad se trata de algo más desoladouno de esos amores de tántalo y azarque Dios no admite porque tiene celos.


Fíjense que él acusa con ternuray ella se apoya contra la cortezafíjense que él va tildando recuerdosy ella se consterna misteriosamente.


Para mí que el muchacho está diciendolo que se dice a veces en el Jardín Botánico.


Vos lo dijistenuestro amorfue desde siempre un niño muertosólo de a ratos parecíaque iba a vivirque iba a vencernospero los dos fuimos tan fuertesque lo dejamos sin su sangresin su futurosin su cieloun niño muertosólo esomaravilloso y condenadoquizá tuviera una sonrisacomo la tuyadulce y hondaquizá tuviera un alma tristecomo mi almapoca cosaquizá aprendiera con el tiempoa desplegarsea usar el mundopero los niños que así vienenmuertos de amormuertos de miedotienen tan grande el corazónque se destruyen sin saberlovos lo dijistenuestro amorfue desde siempre un niño muertoy qué verdad dura y sin sombraqué verdad fácil y qué penayo imaginaba que era un niñoy era tan sólo un niño muertoahora qué quedasólo quedamedir la fe y que recordemoslo que pudimos haber sidopara élque no pudo ser nuestroqué másacaso cuando llegueun veintitrés de abril y abismovos donde estésllévale floresque yo también iré contigo.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero el Jardín Botánico es un parque dormidoque sólo despierta con la lluvia.Ahora la última nube ha resuelto quedarsey nos está mojando como alegres mendigos.


El secreto está en correr con precaucionesa fin de no matar ningún escarabajoy no pisar los hongos que aprovechanpara nadar desesperadamente.


Sin prevenciones me doy vuelta y siguenaquellos dos a la izquierda del robleeternos y escondidos en la lluviadiciéndose quién sabe qué silencios.


No sé si alguna vez les ha pasado a ustedespero cuando la lluvia cae sobre el Botánicoaquí se quedan sólo los fantasmas.Ustedes pueden irse.

Yo me quedo.

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